Hubo intercambio de culpas entre usuarios del microblogging y periodistas, que se ofendieron de la mala broma. Y lo fue. Siempre es molesto que en un mundo donde sobran las malas noticias, mentes ociosas abonen mentiras. Pero allá quien lo hizo. Para los reporteros y los medios, todavía en la fascinación por Twitter, queda la lección: las redes sociales son sólo eso y nunca podrán sustituir las buenas prácticas del oficio, la primera entre todas reportear, así de fácil. Salir a la calle, hablar con la gente, comprobar sobre todos los dichos y los hechos. Desconfiar incluso de nuestra sola mirada, a veces empañada por nuestras propias carencias.
Si la información de este falso asesinato saltó la red y llegó a los medios, la culpa no es de Twitter... Sino de quienes nos hemos olvidado que el periodismo tiene su código de honor.
Por cierto, no sólo en México ha ocurrido. Ya sucedió también en España y seguramente seguirá ocurriendo . En adelante, los periodistas deberán tomar sus previsiones.
Si la información de este falso asesinato saltó la red y llegó a los medios, la culpa no es de Twitter... Sino de quienes nos hemos olvidado que el periodismo tiene su código de honor.
Por cierto, no sólo en México ha ocurrido. Ya sucedió también en España y seguramente seguirá ocurriendo
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